Alrededor del 20 por ciento de los casos de cáncer del cuello de útero en Estados Unidos se dan en mujeres mayores de 65 años, señaló Feldman. “Es una enfermedad prevenible si se realiza un examen de diagnóstico a las personas adecuadas y se trata”, afirmó.

Sin embargo, todo examen conlleva daños y beneficios. En el caso de las pruebas de detección de cáncer cervical, dijo Holt, las desventajas pueden incluir incomodidad, especialmente porque los tejidos vaginales se adelgazan con la edad y angustia emocional para las víctimas de abuso sexual.

Además, “cuando vemos algo en la prueba, tenemos que responder”, dijo. “Cualquier prueba de detección que dé positivo puede provocar ansiedad, estrés y estigma”.

Un resultado positivo también conlleva otros procedimientos, normalmente una biopsia en la que se utiliza un colposcopio, un instrumento de visión que amplía el cuello uterino. En ocasiones, las biopsias pueden provocar hemorragias e infecciones, y los resultados suelen mostrar que la paciente no tiene cáncer ni precáncer (aunque estos pueden desarrollarse en el futuro).

También puede haber falsos positivos. Aunque los datos sobre los resultados del chequeo en mujeres mayores de 65 años son escasos, Holt y varios coautores publicaron en 2020 un estudio en el que se estimaban las tasas de falsos positivos en mujeres más jóvenes. Según su modelo, las mujeres que se someten a pruebas de detección durante 15 años a partir de los 30 años deberían hacerse una colposcopia, quizá dos, dependiendo de qué pruebas se realicen y con qué frecuencia.

Entre el 60 por ciento y el 75 por ciento de esos procedimientos no encontrarían lesiones precancerosas ni cáncer, lo que indicaría que los resultados de las pruebas iniciales eran falsos positivos.

Tiene sentido que las mujeres hablen con sus proveedores de atención médica sobre cuándo deben dejar de hacerse las pruebas. Las personas mayores constituyen una población diversa: las mujeres mayores de 65 años pueden tener múltiples parejas sexuales, lo que aumenta su riesgo de cáncer, por ejemplo, o quizá padezcan enfermedades graves que muy probablemente acabarían con sus vidas mucho antes de que lo hiciera el cáncer de cuello uterino.

Paula Span

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